En
general, el periodo de entreguerras se define como un periodo de crisis. Como
hemos visto en las diferentes entradas del blog, esta afirmación no va tan
desencaminada: vemos cambios relevantes desde la política hasta la cultura,
pasando por la economía, las ideologías i la sociedad.
En
la economía, se tendrá que combatir el devastado territorio europeo, el cual
adoptará medidas proteccionistas i exprimirán sus colonias africanas, mientras
que se consolida una nueva primera potencia mundial, EEUU, que otorgará
créditos a Europa para su propio beneficio. Con esta nueva potencia al mando,
se iniciará una política pacifista que tenía que favorecer a todos; para
conseguir esto, debía reconocer las minorías étnicas, hacer nuevas fronteras,
firmar el Tratado de Versalles i crear el organismo internacional de la
Sociedad de Naciones (en la cual nunca entrará). Aun así, mientras los EEUU
vivían los Felices Años 20, Europa se encontraba en ruinas por todo lo
sucedido; debía enfrontarse a altos índices de paro, combatir la inflación,
construir refugios por los que habían perdido viviendas, reconstruir los núcleos
de las ciudades que habían sido dañados, luchar por unas fronteras favorables,
etc. Esta situación llevaría a un odio y resentimiento por la poca eficacia de
las democracias delante los problemas y, por lo tanto, comenzaron los
extremismos políticos.
Extinguidos
los antiguos imperios, nos encontramos: un nuevo régimen que se oponía al
capitalismo en Rusia, un Imperio turco que le quedan los días contados y que
desembocará en un mosaico de Estados árabes bajo dominio europeo y, por último,
un Imperio austrohúngaro que se descompondrá dando lugar a nuevos Estados.
Mientras que la nueva URSS seria una sede para la Tercera Internacional y un
foco que temerán varios Estados, el antiguo imperio turco finalmente se sometía
a Occidente, creando nuevas colonias, dominios y protectorados que serían controlados,
mayoritariamente, por Inglaterra y Francia. En el antiguo Imperio
austrohúngaro, se daría paso a nuevos regímenes en forma de democracia, que,
con el tiempo, se vería que no acabarían de cuajar. El motivo de esta falta de
consolidación en las nuevas democracias era: la falta de una formación
educativa en gran parte de la población, la falta de una clase mediana unida,
la influencia del sector nobiliario y militar, la mala reputación de la
democracia como algo ajeno e impuesto... No obstante, las viejas democracias
serían las que intentarían que estos países no se volvieran extremistas; cosa
que, con el tiempo, no podrían conseguir. Hasta entrada la década de los 30,
estas fronteras europeas seguirían casi intactas.
También,
el crack de 1929 supondría un antes y un después en la historia de la
democracia; ambiguamente, se le suele dar todo el peso de la crisis de
entreguerras y se usa como factor principal de la Segunda Guerra Mundial, pero,
como hemos visto en las anteriores publicaciones, vemos que ha habido muchos
más motivos y no solo económicos. El por qué de este hecho se remonta en la
teoría cíclica de la economía, que, pasado el territorio de auge económico en
los EEUU, habría el gran punto de inflexión que sería el Jueves Negro. Esta
crack tenía origen, en parte, en los créditos que Europa debía devolver a los
EEUU tras la Gran Guerra, y, por eso, una vez entrada la recesión económica en
los EEUU, se trasladó a Europa. La única solución que había en este periodo de
crisis económica de Occidente era quebrantar una de las leyes del liberalismo
económico: la no-intervención del Estado en asuntos económicos; además, se
hacía petición de abrir el mercado mundial y acabar con las medidas
proteccionistas de algunos Estados.
El
Tratado de Versalles resultará ser uno de los factores que propiciará el
ascenso de los fascismos, en especial, el alemán. Este tratado arremetía
fuertemente Alemania: reducía a 100.000 el máximo de efectivos militares, no
permitía que tuviera bases militares, imponía una carga económica muy fuerte,
imposible de pagar y que debía indemnizar a los países ganadores, perdía
territorios en su frontera, etc. Por otro lado, Italia esperaba ansiados
territorios al norte que no se le darán como ella esperaba, aunque fuese de los
ganadores. Esto hizo crecer estrepitosamente la ira del pueblo: la inflación
crecía, el paro no tenía frenos, los salarios bajaban, los horarios aumentaron
de horas ligeramente, no se tenía en cuenta el proletariado, etc.; el conjunto
de consecuencias mencionadas hizo que la sociedad adoptara una actitud
extremista, de derechas o de izquierdas, pero casi siempre favoreciendo un
autoritarismo, incluso, en menor medida, en las antiguas democracias de Francia
e Inglaterra. Lógicamente, esta crispación de la sociedad se traduciría,
pronto, en huelgas y, ocasionalmente, actos violentos. La efectividad del
Tratado de Versalles duraría, a mucho estirar, trece de los veinte años que
forman el periodo de entreguerras.
Lo
que en un principio en Europa era la voluntad de una paz duradera, pronto
cambiaría a una actitud agresiva propiciada por los políticos extremistas.
Primeramente, había habido una gran pérdida de vidas, en gran parte hombres,
que suponía un repertorio de lugares de trabajo para cubrir; se recurriría, en
contra del modelo tradicional de familia, a que la mujer se ocupara de ir a
trabajar para subsistir a las familias. Se adoptó, en general, el,
teóricamente, mejor régimen para la paz: la democracia parlamentaria; así, la
sociedad prefería que las tensiones y malentendidos se solucionaran firmando
acuerdos. El organismo que se debía ocupar de que todo fuera bien era la
Sociedad de Naciones, pero esta presentaba una serie de grietas: con el tiempo
se ablandó, no era obligatorio el ingreso ni había ninguna presión internacional,
había países que entraban y salían a su voluntad (por ejemplo, Alemania duraría
siete años y Japón se retiraría habiendo ocupado Manchuria), las regiones que
estaban bajo su tutela serían burladas, etc.; lo que lleva a pensar que una de
las bases para garantizar la paz desde el principio ya tambaleaba al estar mal
configurada.
Aunque,
generalmente, hablemos de periodo de crisis, también es cierto que entonces se
dio un ligero paso adelante en el tema del voto, haciéndose popular el sufragio
universal masculino y poco a poco el femenino también, y en la educación, que
se intentaba garantizar en todo Occidente una mínima formación a la sociedad.
Finalmente,
mencionaré un tema clave para este periodo que comprende veinte años: los
fascismos, el atractivo comunista y el surgir de los autoritarismos. Los
primeros nacerían y morirían en el periodo de entreguerras, ya que, a
diferencia de los demás autoritarismos, estos tenían como objetivo el control
por completo del Estado, penetrar en la mente de la sociedad, exaltar las
razas, practicar la xenofobia y hacer uso de una rígida autocracia.
Efectivamente, estos tipo de regímenes están representados por el fascismo
italiano de Mussolini y el nacionalsocialismo alemán de Hitler. Ambos estarían
estrechamente vinculados al poder militar, del cual harán uso continuamente,
pero, mientras que Hitler llegará al poder mediante las urnas, Mussolini lo
haría a través de un golpe de Estado. Ambos prometían defender única y
exclusivamente a su pueblo, prometían la salida de las crisis económicas,
hacían uso de la superioridad nacional junto con el desprecio de lo ajeno,
aplastarían y liquidarían la oposición además de hacerlo encontrando la legitimidad
en su pueblo, pretendían la unión de todos los pueblos de una misma cultura en
una nación ("espacio vital") y someter a los demás, discriminarían y
ejecutarían a colectivos históricamente menospreciados (judíos, homosexuales,
disminuidos psíquicos...), etc.; lo mejor de todo es que los que debían
garantir la paz y teóricamente llevaban las riendas del mundo, permitirían la
existencia de estos regímenes y las atrocidades que cometían, aun cuando
afectaba a las propias potencias mundiales. Por otro lado, tenemos los
autoritarismos, que se levantaban como forma de protesta mediante un golpe de
Estado, y permanecían el poder sembrando, también, el pánico en la sociedad.
Estos autoritarismos presentaban muchas diferencias entre ellos, ya que
encontramos los fascismos dentro de ellos, el régimen socio-cristiano del
Canciller Dollfuss, el autoritarismo griego de Metaxas, el autoritarismo
español de Primo de Rivera y Franco, etc. Estos autoritarismos alternativos,
siempre configurados con la ayuda del sector militar, pronto se verían
influenciados por la sombra de los fascismos y, en el este, de la URSS.
Mientras que los fascismos eran claramente de tendencia política
ultraderechista y los autoritarismos, en general, eran de derecha, la gran
excepción y que sería temida en todo el mundo sería la URSS. Este Estado
comunista, que pretendía una democracia ideal y sin representantes, había
resultado ser un territorio que practicaba el autoritarismo pero que había
tachado el capitalismo. El territorio que ocupaba gran parte del continente
eurasiático se había declarado, desde 1917, una república donde no había
propiedad privada de los bienes de producción, se había dividido dentro suyo en
un repertorio de repúblicas, había logrado la igualdad, en todos los sentidos,
de los individuos que habitaban en ella, adoptaría un modelo autocrático y, en
general, se mostraba al mundo como potencia alternativa al capitalismo y que
luchaba por la clase obrera. Este último punto la convertiría en la nueva sede
del movimiento obrero, que iniciaría la Tercera Internacional y que daría
fuerza a todos aquellos partidos políticos socialistas y comunistas y
sindicatos. No obstante, ni uno de estos autoritarismos comentados podría usar
el argumento de no haber hecho uso de la fuerza ni, tan solo, de no haber
matado a cientos y miles de personas.
El
inicio de la Segunda Guerra Mundial suponía la soberbia sin límites de las
potencias del Eje y la determinación de las democracias a no seguir cediendo y
mostrándose blandas; además, significaba el fin del periodo, teóricamente,
pacífico conocido como entreguerras.